Enterría no sólo era un jurista excepcional, probablemente irrepetible. Tampoco era sólo un humanista, y un intelectual de enorme talla, comprometido con su país, con los valores cívicos y con las libertades. Era un hombre bueno, vital, generoso y sencillo, ajeno a cualquier afectación, siempre dispuesto a aconsejar, y a escuchar, y a dedicarles a los demás un rato de conversación, incluso a jóvenes doctorandos o a gentes venidas de muy lejos sólo para saludarle
via INAP - La Administración al Día - Estudios y Comentarios http://laadministracionaldia.inap.es/noticia.asp?id=1118634
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