miércoles, 4 de noviembre de 2020

JESUS MARIA GONZALEZ PUEYO IN MEMORIAM

En Madrid, a 1 de noviembre de 2020.

 

La última semana de octubre nos ha traído la triste noticia del fallecimiento de Jesús María González Pueyo, Presidente del Consejo General y de la Revista de Estudios Locales CUNAL entre los años 1994 a 2002, y actual miembro de su Consejo de Redacción.

 

Desempeñó la Intervención del Ayuntamiento de Igualada, la Viceintervención del Ayuntamiento de Tarragona, la Intervención del Ayuntamiento de Alcobendas y la del Ayuntamiento de Madrid, donde culminó su carrera profesional.

 

Interventor de Administración Local. Junto a su familia esa fue su razón de ser, su vocación. Una vocación de servicio inherente a dichas palabras que no se limitó a la exigencia profesional en las Corporaciones de destino, sino que se extendió y fructificó en múltiples facetas a lo largo de su vida.

 

La principal, y para él más satisfactoria nos atrevemos a decir, la que pretende glosarse en estas breves líneas de recuerdo, fue la defensa de Secretarios, Interventores y Tesoreros de Administración Local y de su Organización colegial, y que llevó a cabo desde la Presidencia del Consejo General, al frente de unas Juntas de Gobierno muy comprometidas, que unieron la experiencia de la veteranía con el afán de trabajo de la juventud, y que acompañaron su ingente labor siempre desde la prudencia y con el consenso como guía, logrando la transición, la modernización del Consejo General, su adaptación a la nueva realidad política y social en que habría de desenvolverse el ejercicio de las funciones reservadas.

 

En aquel momento, muy reciente la reforma que incluyó en la normativa reguladora de la Escala la libre designación y de los baremos específicos, pendiente de resolución la impugnación ante el Tribunal Constitucional de las leyes que la procuraron y que no se resolvió sino hasta el año 2000, se habría de iniciar el combate contra sus efectos siempre perversos que más de 25 años después, aún persisten en mayor o menor grado.

 

Un combate contra el “cliché demagógico que enfrenta la idea de autonomía local con la objetividad en el nombramiento del funcionario” frente al que “hay que responder, con rotundidad y sin ambages, que autonomía y objetividad no están reñidas en absoluto”, tal y como expresó en la entrevista que concedió a nuestra Revista en 1996, posición que ha mantenido el colectivo desde entonces y que ha expresado siempre en sus Asambleas.

 

La V Asamblea Plenaria de la Escala celebrada en Zaragoza en noviembre de 1997, que presidió, supuso, por su amplia participación, compromiso y calidad de sus debates, un acicate para la Escala y para su Organización colegial, y una puesta en valor de la misma frente a la sociedad para enfrentar una nueva situación que unía a la antedicha reforma la injusta situación de los Secretarios-Interventores cuya integración en el Grupo hoy A1, se logró en 2003, tras intensas negociaciones y superando no pocas incomprensiones del poder político.

 

En el ámbito colegial, su labor en la presidencia se encaminó a sustentar, --frente a muchas voces que, desde muchos ámbitos, incluido el interno, que consideraban a la Organización Colegial un anacronismo--, su condición de institución imprescindible, por su defensa de una profesión y como servicio a la ciudadanía en la medida que tutela el ejercicio de unas funciones, que también lo son, y que agrupa a los más cualificados profesionales de lo local.

 

Los defensores del “anacronismo” vieron su posición truncada con la aprobación en 2000 de unos nuevos Estatutos Generales de la Organización Colegial, anteriores a los ahora vigentes, que vinieron a relevar a los de 1991 que regían “de facto”, que no “de iure”, y a los “de iure” que sí regían recogidos en una resolución ministerial rango menor de 1978; adaptándose de este modo, por primera vez, nuestra normativa colegial a la normativa constitucional, y sobre todo aprobándose y sancionándose posteriormente por la Administración del Estado como consecuencia de un proceso democrático interno y no como resultado de la adición de las distintas regulaciones del alcance de las funciones del colectivo.

 

Sería una omisión imperdonable no mencionar su magisterio, su condición de referente técnico para muchos compañeros y compañeras. Sus manuales en materia presupuestaria, hacienda o ingresos públicos locales así lo avalan, y continuarán haciéndolo, pues ya son clásicos, como lo demuestran las reediciones que de ellos se efectúan con regularidad. Nos consta que mantuvo hasta casi el final esta actividad de apoyo y asesoramiento a todo profesional de lo local que lo solicitara. Su calidad humana, su tesón y talante, solo podían concebir tal actitud.

 

Esta semblanza no puede concluir sin mencionar la labor que más nos atañe y por la que queremos dejar mayor constancia de nuestra gratitud: la modernización de la Revista de Estudios Locales. En 1996 comenzó la segunda etapa de la Revista en la que ahora nos encontramos, fruto del acierto en el diagnóstico de la situación y de la valentía en la adopción de soluciones que su Presidencia adoptó con el apoyo de sus Juntas de Gobierno, que actuaron como profesionales más allá del ámbito que les correspondía para crear un producto editorial atractivo, en constante renovación, mejorando la parca distribución que entonces existía.

 

Todo ello con único fin, que realmente sirviera para lo que la Revista fue concebida: unir al colectivo y darlo a conocer. Los resultados avalaron el éxito en un tiempo donde nada hacía presagiar la revolución tecnológica en la que ahora nos hallamos.

 

Por todo ello, desde la Organización Colegial y la Revista de Estudios Locales CUNAL lamentamos la pérdida de Jesús María González Pueyo y trasladamos nuestras condolencias a familiares y amigos.



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